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A cuidar las actitudes «políticas»

Publicado el 21/12/2017 en América Economía

Hace un tiempo escribí sobre el tema de ser más «políticos» en nuestras relaciones de trabajo, ya que la política puede ser una gran aliada de la carrera. Pero como el concepto tiene otras acepciones no muy populares para algunos, por decir lo menos, muchos fueron los comentarios a favor y en contra. Encontré que pocos se ajustan a la realidad de que la política es una parte ineludible de la vida en las organizaciones, sobre todo cuando estas son grandes o complejas.
El problema, creo, redunda en ese rechazo a ser más políticos. Así, muchos se sienten hasta deshonestos con la sola
idea de pensar en función de asuntos relacionados con percepciones de otros, imagen, manejo del poder o estrategias de relacionamiento. Pero el concepto también incluye capacidades como compresión de situaciones complejas y del funcionamiento de las organizaciones, el talento para anticiparse y evitar campos minados, mantener el balance y la ecuanimidad en distintas situaciones, especialmente en las conflictivas.
Claramente son las personas quienes nos refieren, contratan, promueven o despiden, y muchos de ellos decidirán sobre nuestro futuro no solo por lo eficientes, profesionales o leales que somos realmente
o lo que logramos hacer, sino por lo que a ellos les parecemos ser. Por tanto, es crítico cuidar atentamente la percepción que otros se forman de nuestro trabajo, capacidades y habilidades en toda circunstancia de la
actividad organizacional. Y especialmente, evitar actitudes poco políticas que pueden afectar muy negativamente nuestra carrera.
Actitudes como la de sentirse indispensables, autosuficientes o dueños de laverdad, sin mirar más allá de lo evidente.
No saber a quién ser leal o equivocar las lealtades. Incumplir instrucciones o políticas establecidas por el hecho de discrepar de ellas o por temas de rebeldías o egos.
Faltar a la palabra. Plantear exigencias fuera de contexto sin reconocer los daños que estas pueden causar en nuestras relaciones, en los resultados o en la misión.

Sobrestimar nuestro poder o enfrentarnos duramente -o con poca madurez- con las personas con las que interactuamos, sin domar nuestro carácter frente a situaciones delicadas.
Es grave también no cuidar nuestros modales o las formas de respeto mínimos a colegas, subordinados, jefes, clientes o proveedores. También lo es actuar insensible o descortésmente o crear discrepancias y diferencias entre las áreas, desarticular equipos con intrigas y oposiciones vanas.
Y quizá lo peor es ser percibido como alguien capaz de todo por lograr el poder o ventajas personales.
¿Qué hacer entonces? Podemos empezar decidiéndonos seriamente a mantener una línea ética, clara y recta, así como una cultura de profundo respeto a los demás. Y también a desarrollar y mantener mejores, o, mejor aún, excelentes relaciones con todas las personas con las que trabajamos e interactuamos en el día a día. Y eso con
personas de todo nivel y no solamente con «los importantes» o quienes puedan tener un impacto directo en nuestra carrera.
Esa decisión bien implementada nos ayudará a lograr una vida laboral mucho más fácil, y a reducir los niveles de estrés.
Si logramos mantener esta actitud positiva y cordial -mas no interesada- hacia los demás en todo momento, esta se convertirá en una habilidad relativamente simple, que nos ayudará a lograr mejores resultados y hará maravillas por nuestra carrera.

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