Cuando hacemos practicas de entrevista con personas en proceso de recolocación buscamos lograr que se presenten o “vendan” con entusiasmo, fuerza, pasión y mucho positivismo. Que no teman mostrar genuino interés y ganas de asumir el reto, que logren venderse como ganadores.
Hemos aprendido que mostrar resentimiento, amargura, o rencor en relación al anterior empleador no genera ningún beneficio para el resultado de la entrevista. Lo negativo se “pega” y genera dudas: fuerza al entrevistador a “decidir” quien tiene la razón: si el entrevistado o el ex jefe o la ex empresa. Todo lo negativo que se expresa en la entrevista genera en el entrevistador desconfianza y un sabor a deslealtad: “si habla así de su ex empleador como hablará de nosotros en un futuro”. Y también genera dudas: “que habrá hecho para merecer ese trato?”, “será cierto todo lo que dice?”, “porque será la “víctima”?
Esto puede aplicarse también a quienes hablan mal de sus amigos o conocidos, aquellos que buscan lograr el “yo estoy bien, ellos están mal”. El efecto buscado rara vez se logra ya que nos queda la sensación de no poder confiar en quien critica, “raja” y busca desacreditar a los demás. Nuestra recomendación siempre va por enfocarse en lo positivo de las distintas experiencias y lo que aprendimos de ellas: lo bueno se “pega” también y si “mi anterior jefe era de primera”, algo bueno debo haber hecho yo también……
Por otro lado, a diario escuchamos como los peruanos nos expresamos de nuestro país: muchos con un placer casi “masoquista” describen minuciosamente y con detalle, todos los defectos, problemas y males del país. Para muchos es casi el único tema de conversación y lo hacen repitiendo expresiones que son casi “lugar común” que muchas veces ni siquiera han meditado ni contienen sustento racional. Muchas veces incluso escuchamos comentarios que nos presentan como dueños del monopolio mundial de todos las debilidades de la raza humana: corrupción, envidia, egoísmo, pequeñez, celos.
Todos sabemos en el fondo que los peruanos no somos ni peores, ni más corruptos, ni más fracasados ni más incapaces que ninguna otra nación. Sabemos que es fruto de la ignorancia creer que otras naciones no tienen también grandes problemas, retos y dificultades, igual que nosotros! Pero igual lo decimos y al final, este “deporte nacional” de rajar del Perú permanentemente, sin mostrar nuestro genuino aprecio por todas nuestras virtudes y ventajas nos deja a todos llenos de desesperanza, negatividad y frustración.
Y la famosa despreciativa expresión que usamos: “este” país, parece estar presente y anteceder a toda crítica que le hacemos al Perú, quizá protegiéndonos, aislándonos o desvinculándonos de toda responsabilidad con lo que pasa, con todo lo que le criticamos a nuestro país.
Duele escuchar como nos expresamos de “este” país, que es finalmente el único que tenemos.
No creo que nadie hablaría así de su familia, amigos o parientes por la simple razón de seguir repitiendo una fea costumbre no traída a la conciencia.
En todo caso somos varios los que nos hemos propuesto detenernos a pensar antes de usar esa expresión, en aras de empezar a tomar conciencia de cómo nos expresamos sobre nuestro país. Queremos ser más cuidadosos con lo que decimos y más respetuosos con nuestros términos respecto a nuestro país. Creo que nos debemos generosidad y una actitud ganadora como nación para poder crearnos nuestra propia profesía auto cumplida de éxito colectivo.
En todo caso nos hemos propuesto, como una elección personal, quererlo y respetarlo cada vez más……..a pesar de todo!