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Ética: ¿Ser parte de un linchamiento? ¡Jamás!

¿Ser parte de un linchamiento? ¡Jamás! (Ver PDF)

Fuente: Mujeres Batalla / 24-02-2014

¿Quién OSABA AMENAZAR aquel momento tan JOCOSO?, artículo de Ines Temple, Presidente de LHH-DBM Perú

Durante un almuerzo en el campo, un grupo inició una campaña demoledora contra alguien a quien felizmente yo no conocía. Le destrozaron la reputación en 30 segundos. ¡Qué manera de hablar la de esa gente! Sin el menor reparo, los comentarios subían de tono y eran motivo de carcajadas. “Qué grupo para peligroso”, pensé.

Me estaba parando para alejarme cuando saltaron a la siguiente víctima, un amigo mío. Dispararon una serie de comentarios absurdos e inexactos. Circunstancias que yo conocía fueron sacadas totalmente de contexto. “Los hechos no pasaron así”, intervine. Se hizo un silencioso sepulcral. Todas las miradas giraron hacia mí. ¿Quién osaba amenazar aquel momento tan jocoso? “Ayyy –pensé-, me callo y me convierto en su cómplice o les digo lo que en realidad ocurrió y, de inmediato, me gano varios enemigos”.

Ya me conocen, yo siempre tratando de vivir con coherencia. En fin, me quedé y les cité las circunstancias reales, aclaré los puntos. Sus miradas de sorpresa pasaron a ser de casi odio. No solo les había aguado la diversión, ¡los estaba aburriendo soberanamente con la verdad!

Alguien trató de refutarme algunos puntos y yo –calmadamente- repetí la verdad. Cuando otro me cuestionó airadamente la razón de mis comentarios, les expliqué que la persona de la que hablaban es amiga mía, y que haría lo mismo por cualquiera de ellos, de ser el caso. “¿Hacer qué?”, me preguntó una ‘amiga’. “Salir en tu defensa”. “¿Defensa? Ni que estuviéramos diciendo nada tan malo tampoco, ¿no? Eres una exagerada”, me dijo con tonito burlón. “Ni que nunca hablaras mal de nadie”.

¿Saben? Sonreí, me paré y me fui. Pero, la verdad, es que me sentí muy mal. Y es que escuchar hablar así a la gente, a la mala y sin ningún pudor ni respeto, me deja mal…

Hace años aprendí -y siempre trato, aunque no siempre puedo- que no hay que hablar mal de nadie. Nunca. Lo hago por convicción, no por moralista. Lo hago también porque soy una firme convencida de que todo regresa, de que todo se llega a saber y que nada bueno sale de hablar mal de otros. No nos hace bien, nos convierte en cómplices de la maldad y deja en evidencia nuestra falta de educación, de nivel y, por supuesto, de honestidad. Porque después de haber maltratado su nombre y reputación, ¿con qué cara podemos mirar a esa persona? ¿Cómo podemos mirarlos a los ojos sabiendo que hemos sido parte de algo así? ¡Es tan fácil –e irresponsable- destruir el buen nombre y la marca personal de alguien! No quiero ser jamás parte de un linchamiento similar al que les he compartido, y mucho menos por el simple hecho de que les es entretenido a algunos que no tienen otro tema de conversación.

Además, y esto es muy importante, recordemos que hoy en día todos graban, filman y publican todo. Odiaría verme en alguna red social diciendo cosas negativas sobre alguien. La vida da demasiadas vueltas.