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Motivación: Cómo lo conseguí (parte 2)

Como lo conseguí (ver artículo)
Entre historias y anécdotas, Inés Temple nos cuenta sobre cómo hace casi 20 años construyó la empresa que hoy se llama Lee Hecht Harrison – DBM Perú.
Revista: Mujeres Batalla, sección opiniones – mi lado b, 02-12-2012

 

Fueron miles de llamadas, faxes (en 1993 no había aún e-mail), cartas y visitas a potenciales clientes. Fueron muchas salas de espera, reuniones y presentaciones. Fueron meses y meses hablándoles a todos de lo mismo: las ventajas de apoyar a la gente a recolocarse, el derecho de tener un despido respetuoso y los beneficios de apoyar a gente a tener un empleo nuevo. Todos eran beneficios en los que yo creía y creo firmemente, pero para la mayor parte de la gente con la que hablaba resultaban inauditos. Yo sabía lo que quería y tenía convicción en este negocio, pero empezar no fue nada fácil.

¿Quién iba a pagar para ayudar a recolocarse a quien pensaba despedir? ¡Era una locura!

Mis amigos me preguntaban por qué dedicaba tiempo y energía en tratar de convencer a las empresas de comprar algo que no tenían idea que existía -y por lo tanto no necesitaban-, no les interesaba, ¡ni querían pagar!

Así pasaron cuatro meses. Nada. Yo seguía pidiendo citas, visitando a futuros clientes, y nada. Bueno, sí: las cuentas se iban acumulando mientras yo seguía tratando de sacar este sueño adelante… Hasta que visité una muy importante firma de consultores donde un señor de aspecto sabio, me dijo: “Qué interesante. Sé que mi firma ha trabajado en otros países con ustedes, pero no sabía que su servicio se brindaba en el Perú. Justo ahora tenemos a cuatro jóvenes brillantes, pero que no tienen el perfil que queremos. Vamos a dejarlos ir y me gustaría que los ayuden a diseñar un plan de carrera para su siguiente paso”.

Ese primer contrato pagó las cuentas atrasadas y también las de los dos siguientes meses, porque permanecimos sin clientes un tiempo más, hasta que el séptimo mes apareció otro; el siguiente, dos más; y, el otro, ¡cuatro más! Así, contra todo pronóstico, acabamos el año en azul (aunque no me pude pagar un sueldo decente a mí misma sino hasta el segundo año).

No fue nada fácil, pero la fe en construir un negocio rentable y que a la vez ayudase a la gente hizo que al final lo lográramos. También la perseverancia y la negativa total a fracasar, pese a lo que los demás pensaran; lo cual, por el contrario, me daba ánimo a seguir, mes a mes. Pero no solo, además fue clave eso que yo llamo “hambre de éxito”, que es ese fuego interno que te saca de la cama por las mañanas no solo porque tienes -sí o sí- que pagar las cuentas y el colegio de tus hijos, sino porque sabes que no tienes más opción ¡que triunfar! Y aquí estamos, en el Perú -con una gran convicción, mucha pasión y el mejor equipo-, casi 20 años después, en la que es la oficina más grande de Hispanoamérica en el rubro, y convertidos en el modelo a seguir para las oficinas de los otros 65 países donde la empresa opera.

Esta es mi historia… Te invito a construir la tuya.