Publicado en la revista Aptitus, el 04/02/2019
Si bien todos los colaboradores acceden a ciertos beneficios por igual, existen otros que dependerán de su aporte en términos de valor a la organización.
Debemos todos recibir los mismos beneficios dentro de las organizaciones? ¿El hacer diferencias en cuanto al otorgamiento de beneficios convierte a quienes así lo determinan en discriminadores? Veamos. No todos podemos
ni debemos ganar el mismo sueldo. Esto lo entendemos (casi) todos. El motivo de las diferencias en compensación radica en el aporte de valor que ofrecemos en determinada circunstancia y plazo. A mayor valor aportado o prometido, mayor debe ser la compensación. Entrega más y recibes más. Aunque esa lógica simple en oportunidades
no se cumple por distorsiones en las escalas remunerativas, debemos tener claro que tiene una base fuerte como sustento.
En la legislación peruana existe el concepto de Asignación Familiar. Esta asignación no está relacionada con el aporte de valor, sino que es una compensación que reciben todos los trabajadores que tienen hijos menores de 18 años. No importa la jerarquía, ni el valor aportado, ni la antigüedad. Esto tiene sentido, ya que la condición
es tener 1 o más hijos menores de 18 años. Listo, para todos por igual, porque hacer diferencias en este sentido sería irracional.
Pero, por las propias funciones del puesto, un trabajador podría tener un “beneficio” o más bien una condición de trabajo. Por ejemplo, asignación de movilidad o carro de compañía para el equipo de ventas. Por supuesto que, por las funciones, nadie podría objetar tal beneficio, que por lógica les corresponde solo a algunas personas dentro de la organización.
En una planta industrial se ofrece alimentación. Si una persona desea comer algo distinto al resto del personal, deberá hacer un pago adicional. La alimentación suele ser igual para todos, porque no habría un motivo válido para que sea distinta por categoría o cualquier otra distinción. En el tema de capacitaciones, todas las personas deben recibir formación, pero evidentemente no debe ser la misma para todos. Algunos recibirán más horas, otros recibirán formación técnica puntual y otros más general. Por lo tanto, la inversión en formación no será equitativa en cuanto al dinero, sino que dependerá de la necesidad de la compañía.
«Los beneficios para una transición de carrera deben tener diferencias. No todos tenemos las
mismas necesidades».
Bajo la misma lógica de la formación, los beneficios para una transición de carrera ordenada, en caso de desvinculación, deben tener diferencias. No todos tenemos las mismas necesidades para reinventarnos de cara al futuro. En algunos casos, algunos talleres grupales pueden marcar la diferencia y en otros un programa más
largo y completo será la mejor alternativa.
Existen beneficios generales y otros más puntuales. Algunos beneficios inclusive los conseguirán las personas como
parte de sus negociaciones. Lo importante es que dentro de las organizaciones se trate a las personas con respeto y equidad, sin que esto quiera decir que todos debamos recibir los mismos beneficios. No todos necesitamos lo mismo, ni la organización necesita de nosotros lo mismo.