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Salario emocional: El arte de reconocer

Me siento a escribir una vez más sobre el reconocimiento y lo importante que es tanto darlo como recibirlo en nuestras vidas personales y profesionales, y en lo primero que pienso es en mi mamá. Recién puedo escribir sobre ella, siete meses después de que se fue. Y la recuerdo en el contexto de este artículo ya que la primera llamada que recibía los martes por la mañana, como hoy, cuando mi artículo salía publicado, era la suya. Y extraño tanto esa llamada…

Mi mamá siempre me daba su opinión sobre lo escrito y, siendo mi madre, casi siempre tenía palabras de reconocimiento y orgullo. ¡En eso las mamás son insuperables! Quién sino nuestra madre para decirnos palabras que llenan el alma, que nos hacen sentir bien, que nos animan a ser mejores y a esforzarnos más. Qué espacio tan vacío me deja su ausencia. No voy a hablar ahora de sus enormes cualidades, de su aguda inteligencia o del enorme afecto que nos unía, aunque sí podría decirles que no siempre se lo dije así, y de eso todavía me arrepiento.

¡Es tan difícil reconocer al otro! Muchas veces cuando escucho a los deudos hablar cosas gratas sobre un difunto, me pregunto si también se las decían cara a cara cuando vivía. ¡Seguro que le hubiera gustado mucho escucharlas en vida!

Conozco gente generosa que no siente incomodidad de reconocer los méritos, logros o avances de los demás. Y lo hacen con honestidad y nobleza. Son los mismos que no temen dar críticas constructivas cuando la situación lo amerita. Aquellos que lo hacen así tienden a ser personas respetadas y estimadas que contribuyen muchísimo al buen clima laboral de sus áreas y a retener a su mejor gente. Y creo que es así porque se necesita de mucho coraje y seguridad para atravesar las barreras del ego y tocar el espíritu del otro con palabras sinceras de reconocimiento. Esas palabras que todos sin excepción necesitamos tanto escuchar, aunque algunos no se animen a aceptarlo!

Pero, como digo, a muchos nos cuesta dar reconocimiento frecuente a quienes nos debemos. Y eso es más común de lo que debería. Lo veo en muchas sesiones de coaching, cuando animamos a los líderes a reconocer más a su gente, en público y en privado y nos encontramos con cierta resistencia a hacerlo, por incomodidad o falta de costumbre. Algunos incluso objetan la idea poniendo miles de excusas para evitar dar más reconocimiento a su gente, entre ellas que en el Perú no es práctica común.

Pero eso felizmente está cambiando también a nivel de la sociedad en general.

Hace poco, de regreso de una ausencia de varias semanas abrí este diario y sentí la grata sensación de constatar que la práctica de reconocer los méritos de otros en distintos ámbitos es cada vez más común. Y, es justamente desde esta página que seguimos cada martes, donde esa semilla también empezó a crecer, para mostrarnos hoy como una nación más madura y generosa, capaz de reconocer su grandeza expresada en las victorias personales de cada quien. Es un cambio para mejor!

Y es que nada estimula más que el reconocimiento bien dado: mejora nuestra visión sobre nosotros mismos, contribuyendo a desarrollar y liberar nuestro potencial. Nos impulsa hacia nuevas metas que luego nos descubrimos capaces de alcanzar. Nos hace desear ser mejores. Para Nelly, una gran mujer y mejor mamá.