
“La imagen y la reputación se crean y sostienen generando resultados, pero también respetando nuestra palabra, promesas y acuerdos”
Desde que introdujimos el concepto, hace más de 10 años, mucho se ha hablado sobre “márketing personal” en el Perú. Lamentablemente, hoy muchos piensan –equivocadamente- que esta idea tiene que ver con “venderse a uno mismo” o hacerse propaganda personal. Otros, también confundidos, creen que se trata solamente de cuidar su imagen, olvidando que ésta no es sino el reflejo de nuestra verdad personal y profesional. Vivir en el mundo de las apariencias hace a muchos olvidar que lo importante es ser, no solo parecer, y que sin ética o valores reales, la imagen por si sola no “vende”.
Esto nos lleva al territorio de la integridad. En el mundo profesional y, por supuesto, en el personal, la falta de integridad y la inconsistencia entre los valores que se predican y lo que se hace, determina siempre el fracaso, aunque en el corto plazo, a veces, se pueda engañar a muchos.
Ser íntegro pasa por ser siempre consistente con una misma línea de conducta, ética y valores, en todas las instancias de la vida y frente todos los que nos rodean, sin ecepción. Pero todos sabemos que ser íntegros y leales a nuestros valores, aceptando la responsabilidad por cada uno de nuestros actos, es difícil. Requiere de mucha disciplina personal, fuerza de voluntad y valores muy sólidos. Y sabemos también que, muchas veces, el camino de la integridad puede ser solitario e incomprendido, pero finalmente es el único que nos puede llevar a un éxito -definido en términos muy personales, por supuesto- duradero y satisfactorio.
Dicho todo eso, es verdad también que en este mundo de agresiva competencia, cambios constantes, y comunicación inmediata y global, percepción es realidad. Y así, no basta con tener los logros, las habilidades, competencias y resultados, para lograr las metas personales y profesionales. No basta con saber claramente cual es el valor que se agrega y como se contribuye, mes a mes. No es suficiente con tener un plan de carrera y seguirlo cuidadosamente. Hay que hacer más.
Debemos tener la mejor imagen y reputación posibles para mantenernos competitivos y empleables. Pero para que estas percepciones sean auténticas, deben ser el reflejo de una conducta íntegra y socialmente responsable, cada día de la semana y en cada aspecto de nuestra vida. No podemos separar lo personal de lo profesional: nosotros somos los mismos siempre y así se nos percibe, como un todo.
La imagen y la reputación se crean y sostienen generando resultados, pero también respetando nuestra palabra, promesas y acuerdos cada vez. Actuando con un profundo respeto ante cada persona con la que interactuamos cada día, especialmente con aquellos que dependen de nosotros. Se trata de vivir ética, correcta y respetuosamente, para merecer el respeto y la confianza de quienes nos rodean. De eso depende el que nos refieran, recomienden, contraten, promocionen o compren nuestros servicios y productos. Pero es también por uno mismo primero.
El mejor marketing personal? Actuar, vivir y trabajar con integridad.