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20 abril, 2010

Ética: Errores políticos en la oficina

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“Mi jefe me contrató para que le dijera la verdad y soy la única que lo hace en las reuniones”, me contó muy orgullosa la ejecutiva. Su jefe, sin embargo, está harto de ser confrontado por ella, quien parece no darse cuenta de cuan incómoda y deteriorada está la relación entre ellos.

 

Los errores de ceguera política están entre las principales razones por las que los ejecutivos son invitados a retirarse de las empresas. Sin embargo, muchos no lo ven así y se equivocan al no aceptar la realidad política de las organizaciones, sobre todo cuando éstas son grandes y complejas, y especialmente mientras más alto se está en la pirámide organizacional.

 

Muchos creen erradamente que ser político es ser manipulador o interesado y no se detienen a medir las consecuencias de sus actos y a cuidar sus relaciones con todos. No tratan de comprender el sistema de poder informal y las alianzas entre quienes toman las decisiones y así, caen víctimas de las luchas de poder de otros. Olvidan que a más alto el cargo, mayores son las necesidades de reconocimiento y de ego de quien lo ostenta.

 

Otro error común es no terminar de comprender lo estratégico de la relación con el jefe: la organización es el cliente y el jefe es quien la representa. Si los jefes están satisfechos con la relación y los resultados, seguirán comprando nuestros servicios profesionales. Ciertamente las cosas se complican cuando se tienen varios jefes o cuando el jefe no es el ideal, pero igual el cliente siempre está abierto a mejores opciones…

 

Las empresas familiares no se salvan de los juegos de poder, sobretodo si los accionistas operan el negocio. No preocuparse de tener una buena relación profesional con quienes toman las decisiones es un error grave.

 

No propongo que seamos sumisos ni mucho menos adulones. Más bien sugiero actuar siempre con mucho tacto y mucho tino, con prudencia, trasparencia y lucidez. Si discrepamos con frecuencia, recomiendo hacerlo a solas, jamás poniendo a nadie en una situación incómoda frente a otros.

El respeto cabal a personas de todo nivel y en toda situación es quizá la mejor manera de navegar exitosamente por los peligrosos mares políticos de las organizaciones.

 




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