Ética: Empresario, ¿Una palabra mala? - LHH DBM

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Ética: Empresario, ¿Una palabra mala?

En el Perú casi todos soñamos con ser empresarios. Lo confirman los estudios y las encuestas.  Cuando en conferencias pregunto a mis distintas audiencias sobre tener un negocio propio, casi todos levantan la mano felices e ilusionados ante la posibilidad.

Sin embargo últimamente hemos escuchado a algunos expresar su profunda desconfianza hacia los “empresarios”. No sé si se refieren a un grupo específico, a una “clase” en particular, pero lo hacen sonar como una mala palabra. Más de uno en plena campaña política decía orgulloso que su agrupación no tenía empresarios. ¡Como si ser empresario fuero motivo de vergüenza!

Confieso que todo eso me preocupa e indigna. No puedo aceptar que trabajar en el mundo de la empresa o ser dueño de un negocio sea presentado como sinónimo de incorrección, abuso o corrupción. Tampoco que el hecho de tener iniciativa o tratar de generar riqueza se asocie de manera implícita a conductas incorrectas….¿de que hablan por favor?

En el Perú, ser empresario es una actividad excesivamente reglamentada y por ende complicada. El principio de buena fe no está presente en la fiscalización. Las empresas formales y con deseo de proyección en un entorno globalizado no tienen la posibilidad evadir sus obligaciones para con el Estado y la sociedad, si ese fuera el caso o la intención.

Pero creo que el punto importante viene por otro lado.

El Perú tiene una de las comunidades empresariales más socialmente responsables de la región. La responsabilidad social corporativa es una práctica cada vez más común entre las empresas que crecen, exportan y se consolidan. Es una ética de hacer negocios consistente con valores básicos y responde a la necesidad del empresario de actuar correctamente y cumplir responsablemente con todos los grupos de interés con quienes la empresa se relaciona. Otros, por iniciativa propia se comprometen con buenas prácticas de gobierno corporativo y/o desarrollan obras de apoyo social desinteresado que son muestras de su compromiso con la sociedad. El tratar se contribuir con el desarrollo del país está presente en el ADN de muchos empresarios de hoy. Y no lo hacen sólo por tener una “buena imagen” corporativa, como sospechan algunos.

Por supuesto que también hay empresarios incorrectos o deshonestos, de la misma manera que hay personas en todos los sectores que carecen de valores y de integridad.

Pero implicar que el empresariado peruano es básicamente inmoral es una aberración que no tiene sustento ni cabida en un país que hoy crece gracias a la creatividad, la iniciativa y el esfuerzo de quienes arriesgan legítimamente su capital creando riqueza y trabajo para muchos.

Los peruanos que hacemos empresa y trabajamos honestamente no podemos aceptar pasivamente que se desconfíe de nosotros por el sólo hecho de defender el fruto de nuestro esfuerzo. Por el contrario, el país necesita cada vez más de empresarios deseosos y capaces de generar desarrollo y bienestar para más peruanos. Y de hacerlo con garra, orgullo y la cabeza bien en alto!