
Odio la discriminación, creo que todos lo hacemos. Sin embargo, existen formas veladas de discriminación que son aceptadas como verdades que no requieren cuestionamientos en el mundo laboral.
¿Cuál es el criterio lógico para pensar que una persona de 38 años es mejor que una de 50 o 60? ¿No deberían ser las competencias personales las que nos permitan elegir, en lugar de la década de nacimiento?
La realidad hoy en el país es que muchas empresas tienen ideas fijas sobre la edad de la de gente que quieren contratar, poniéndose techos o parámetros que no guardan ninguna relación con las necesidades del negocio o habilidades reales necesitadas para el cargo.
Todos buscan al “trigre verde”, ese ejecutivo ideal de entre 34 y 40 años, con idiomas, maestría, 10 años de experiencia gerencial, pero que además quiera ganar poco. ¡Eso no existe! Lamento informar a los que todavía no se han dado cuenta que quien paga en maní, ¡recibe monos!
La excelencia guarda relación con la experiencia, las habilidades y el espíritu, ese brillo en los ojos que muestra sus ganas de hacer las cosas bien, indistintamente de la edad. Esa combinación no se paga barata, pero pueden estar seguros que su retorno multiplica lo que se invierta en un profesional con ese perfil.
A pesar de lo que piensan los que discriminan, muchos de los más exitosos profesionales del país de hoy, tienen edades que van de los 50 a los 70 años. Es más, mi mejor consultor entre 16, tiene más de 70. Y lo que llama la atención de él no es su edad, sino su capacidad para ayudar a recolocarse a ejecutivos con mayor rapidez que el promedio. Es cierto que hay gente mayor que trae vicios, que no conoce la tecnología o que está cansada, pero ¿no existe acaso también gente de menos de 40 con esas limitaciones?
Pero de la misma manera que no es estratégico discriminar a los mayores, debemos reivindicar también a los más jóvenes. Hay quienes creen que los recién graduados no son sino practicantes a los que hay que exprimir sin demasiado respeto porque no tienen capacidad real de un aporte valioso en el corto plazo.
Opino lo contrario. Los jóvenes de hoy son digitales cuando nosotros somos analógicos. La manera como enfocan la realidad, la tecnología y las relaciones es totalmente diferente y nos proporciona una nueva perspectiva invalorable. Ellos tienen una visión fresca que los ayuda a innovar, a gestar cambios. Es la diversidad de los miembros del equipo la que produce resultados excepciónales!
A los jóvenes se les discrimina por su falta de experiencia, y no se les valora por su potencial, talento, habilidades o actitud. Muchos empresarios no piensan en invertir en desarrollar gente, la quieren desarrollada y lista. Esa es una visión inmediatista y no necesariamente exitosa en el mediano plazo.
Evitemos esta discriminación rampante que existe en nuestro país, que afecta tanto a los mayores de 50 como a los que tienen menos de 30. No busquemos tampoco pagar lo menos posible. Invirtamos en el desarrollo del talento de la gente, que es nuestro principal activo!
Les recomiendo visitar la web del CADE Universitario www.cadeuniversitario.com, que busca, justamente, que los empresarios valoremos a los recién graduados como los jóvenes talentos y futuros líderes que en efecto son.
No dejemos que los prejuicios nos hagan perder de vista que los mejores profesionales del mercado no lo son por su edad, sino por su excelencia.