
Las relaciones en el trabajo (ver pdf)
Fuente: Boletín CENTRUM Alumni/ 09-2015
“Conocidos muchos…, amigos contadísimos con los dedos de la mano”, me comentaba orgullosa Matilde, una funcionaria desvinculada recientemente de un banco local. Y por qué no puede ser al revés le pregunté, a lo que rápidamente respondió, “yo siempre he sido una persona muy responsable y a mi trabajo voy a trabajar y no precisamente a hacer amigos. No es fácil gestionar a la gente, si les das la mano se te suben hasta el codo”, agregó.
Haciendo un gran esfuerzo por no contradecirla, le dije que se me venía a la mente lo leído en La Paradoja de James C. Hunter: “La gestión no es algo que hagas con la gente. Puedes gestionar tu inventario, tu chequera, tus recursos, pero no gestionas otros seres humanos. Se gestiona cosas, se lidera a la gente”.
Efectivamente soy un convencido que las personas producen más o mejor cuando se sienten tratados respetuosamente y por qué no, si les muestras cariño y consideración. De esa forma logras influir en las personas y ganas su entusiasmo. Por supuesto que no puedes dejar de ser firme cuando las cosas no se hacen.
En una presentación de Robert Cooper en el Perú, refiriéndose a la Fisiología de la Valoración, dijo: “Cuando una persona siente que realmente la ven o escuchan, los ojos se le humedecen”. Un estudio sobre el particular realizado por David Myers y John Locke, concluyeron que, en un 99% de las conversaciones diarias, los ojos no se humedecen. Lo dejo para la reflexión.
Siguiendo mi sesión con Matilde, le pregunte: ¿cómo has manejado las relaciones con tu jefe? ¡Muy bien! respondió, “siempre me he preocupado de mantener una excelente relación de trabajo, cumpliendo todas sus expectativas y el trato que he recibido también ha sido excelente”. Qué bueno que actúes y te sientas así, le comenté, el jefe es nuestro primer cliente y debemos apoyarlo con la mayor disposición. Esa es la única forma como puedes lograr el apoyo de él para que desarrolles tu carrera profesional hacia ese éxito que buscas.
Te voy a hacer una pregunta difícil, le dije, ¿cómo respondería tu gente respecto a la relación que mantuvo contigo? “Yo no trato mal, pero sí mantengo mi distancia”, comentó Matilde. Precisamente de eso se trata, de acortar distancias para lograr una mejor relación con ellos, que estén felices y que se sientan tan bien como te sentías tú con el estilo de tu jefe. Tienes que lograr que ellos se sientan orgullosos de ti y entre todos generen un clima laboral armónico que contribuya a obtener los mejores resultados.
Años atrás, Mariana, una Asistente Ejecutiva, me contaba lo importante que era para ella su matrimonio conyugal y su matrimonio laboral. Llevaba una linda relación con su esposo y una excelente relación laboral con su jefe, en resumen se sentía muy feliz. El mutuo respeto y consideración que siempre mantuvo con su jefe, aunado a la transparencia en sus acciones, una abierta comunicación, la preocupación por su desarrollo profesional y el respeto por la autoridad en su trabajo, eran aspectos que ella siempre resaltaba de él. Sin embargo, llegó el día en que su jefe se retiró y el nuevo jefe distaba mucho de esas competencias. La comunicación era limitada, no conversaban abiertamente sobre los diferentes temas. Ella no sabía lo que él pensaba respecto a un problema en particular.
Le pedí que no renunciara, le hablé sobre los diferentes estilos de comunicación y que intentara adoptar el estilo de su nuevo jefe. Ella tendría que entender que una relación de varios años de trabajo con un estilo en particular no puede lograrse con otra persona en solo semanas de trabajo. Al cabo de seis meses, Mariana me contaba como las cosas se fueron acomodando y ya mantenía una relación profesional aceptable con su jefe. Aunque no todos los casos son iguales, lo importante es no tomar decisiones apresuradas simplemente por diferencia de estilos gerenciales.
El modelo de Carl Jung, que utilizamos en LHH-DBM para asesorar a los ejecutivos en sus procesos de transición de carrera, indica que hay cuatro estilos principales de personalidad que las personas normales pueden utilizar en su enfoque de la vida y del trabajo. Estos estilos son: el activo, el intuitivo, el racional y el sensitivo.
El énfasis que se le da a un estilo en particular se basa en el grado de preferencia que una persona le confiere a un estilo sobre otro. No hay estilo malo ni bueno, estos son diferentes. Es importante explorar el énfasis relativo de estos estilos bajo circunstancias normales y bajo condiciones de tensión, ya que es una herramienta que facilita una excelente comunicación y contribuye a la mejora de nuestras relaciones interpersonales.
El buen manejo de relaciones interpersonales tiene que extenderse también hacia los pares, no solo por la relación en si misma sino también por el efecto multiplicador que se produce en el clima laboral. Cuando las relaciones no se manejan adecuadamente se crean bandos que generan una relación hostil y que afecta los resultados en toda la organización.
Si no mantienes una buena relación con tus pares, mañana alguno de ellos puede convertirse en tu jefe y tu carrera podría descarrilarse. Por otro lado, si a ti te tocaría ser el jefe, necesitarías del apoyo de ellos y seguramente no tendrían mucha disposición.
Contribuyamos con nuestro trato adecuado y respetuoso con todas las personas en nuestras organizaciones para lograr un cálido y armónico clima laboral, el cual influye directamente en las utilidades y la consecución de todos los objetivos institucionales.