Las otras grandes Mujeres Batalla (ver artículo)
«Ellas hacen posible que enfrentemos toda clase de aventuras», menciona Inés Temple en su artículo.
Revista: Mujeres Batalla, sección Opiniones, 13-03-2013
Mi amiga, embajadora de ese gran país amigo, nos contó anoche que fue su madre la que hizo posible su carrera. “¿Cómo así?”, le pregunté. “Claro –me contestó-, con ella en casa yo podía viajar mucho dentro de cada país al que me asignaban, conocer gente y asistir a las invitaciones casi diarias propias de la vida diplomática, pues sabía que mis niños estarían bien, en manos de mi paciente madre. Sin ella yo no hubiese podido trabajar con la intensidad que lo hice”.
Por supuesto, inmediatamente recordé a mi mamá, abogada y doctora en Literatura que escogió dedicarse a su familia, primero, y luego a la mía, antes que a su propia carrera; lo mismo que mi tía Elsa, ingeniera química de profesión, quien vivió largos años en Europa como representante de nuestro país ante organismos internacionales antes de finalmente regresar. Ambas hicieron posible que yo viaje y trabaje durante largas horas y por muchos años, pues tenía claro que con una u otra mis hijos estarían hasta mejor que conmigo.
Hablamos largo rato de ellas, del apoyo invalorable e incondicional de estas extraordinarias mujeres. De la gran suerte que hemos tenido de contar con ellas en nuestras vidas. Pero no solo nuestras madres y tías, sino tantas otras que hacen posible que las Mujeres Batalla enfrentemos retos, trabajos, empresas y toda clase de aventuras. Estas otras grandes Mujeres Batallas, que quizás no buscan la gloria ni el reconocimiento, hacen posible que muchas de nosotras sí los alcancemos. Facilitan que podamos salir a enfrentar al mundo y perseguir nuestros sueños mientras ellas se hacen cargo de nosotras, de nuestras vidas; incluyendo hijos, padres, casas, empresas y demás.
En mi vida, yo tengo a Myriam Valcárcel, mi asistente-amiga-brazos derecho e izquierdo. Sin ella no podría funcionar un solo día. Myriam se ocupa de tantas cosas, que no sé cómo lo hace. Cada día le pido más, y ella siempre me apoya con buen talante. Les confieso que yo no podría hacerlo así de bien. Y en casa a Rosa … y a Esther …, las señoras que me ayudan a que mi hogar funcione como un reloj.
También tengo a mis queridas amigas y colegas, que me escuchan, entienden y aconsejan, que se alegran de las cosas buenas y me acompañan en las malas. Son mi directorio personal.
Asistentes, amigas, madres, tías, primas, hijas, colegas, confidentes, vecinas, empleadas de nuestras casas o empresas, ellas son las grandes Mujeres Batalla detrás de nosotras, las Mujeres Batalla. Ellas nos permiten florecer, pese a que no siempre les damos el aprecio y reconocimiento que merecen, y muchas veces –incluso- olvidamos agradecerles. Yo lo hago hoy a través de estas líneas, y me comprometo a dedicarles tiempo en este Día de la Mujer y hacerles sentir lo importantes y valiosas que son para mi, mi familia y mi mundo entero.
Los animo a hacer lo mismo con cada una de las Mujeres Batalla que acompañan sus vidas. ¡Ellas se lo merecen!