Publicado en Semana Económica (Latam), el 03/07/2018
Hace algunos años tuve la oportunidad de conversar con un ejecutiva brillante que había estado sin empleo estable algunos meses. A medida que me contaba sobre su trayectoria y las cosas innovadoras que había hecho, no podía dejar de impresionarme, pero me llamaba la atención la humildad de sus respuestas:
“No es nada”, “es sencillo”, “cualquiera lo hace”.
Tuve que decirle que a ella podría resultarle muy fácil, pero que pocos tenían esos logros. Me miró perpleja e insistió “Pero, si es fácil.” Le expliqué que al no valorar la real dimensión de su trabajo, se hacía harakiri, y le pregunté:
“Si es tan fácil y cualquiera lo hace entonces ¿para qué contratarte a ti?”
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