
“Todos ven lo que tú aparentas ser; pocos ven lo que eres”, sentenció en el siglo XVI Nicolás Maquiavelo, el filósofo, escritor y estadista italiano. Hoy, este dilema entre el ser y el parecer sigue tanto o más vigente que nunca; y lo sé por experiencia personal.
Cumplir mis distintos roles en organizaciones que represento -DBM, Peru2021 y varias otras-, así como los esfuerzos por promover mi libro Usted S.A. me han llevado a tener una vida profesional activa y, a veces, con alguna visibilidad. Esa visibilidad me ha expuesto, como a muchas otras Mujeres Batalla, a una vulnerabilidad relacionada con mi imagen. Y es que muchos creen que nos conocen bien de solo vernos en actividades o en los medios, y de esa imagen que proyectamos ¡sacan cada conclusión peregrina!
Una que he escuchado muchas veces -y confieso que no sin alguna molestia por lo injusta e inexacta- es que el “éxito” que hemos alcanzado nos ha llegado fácil. Que lo hemos logrado sin mucho esfuerzo. Incluso he escuchado decir que nos lo han regalado…
Una explicación que me atrevo a esbozar para entender el por qué de esas conclusiones equivocadas, es que las Mujeres Batalla rara vez jugamos el rol de víctimas. Difícilmente nos escuchan publicar nuestros problemas, quejarnos de nuestra suerte o darnos por vencidas. No buscamos que nos compadezcan ni que se apiaden de nosotras.
Quizás por eso pocos llegan a conocer nuestros momentos de flaqueza o debilidad. Y, más bien, lo único que muchos alcanzan a ver es el brillo de nuestros logros. Y ese brillo -por más pequeño que sea-, a algunos les resuena fácil y a otros hasta les molestan un poquitín.
Creo que esa imagen de “éxito” que proyectamos los lleva a creer que todo nos ha sido siempre sencillo. Ni imaginan que para muchas de nosotras la vida no ha sido nada fácil. Incluso ha sido cruel y nos ha enfrentado desde chicas a miles de dificultades, sabotajes e injusticias. Pero fueron esos mismos problemas -propios y ajenos- los que nos obligaron desde muy temprano a aprender a compensar los retos con perseverancia y fortaleza. Quizá por ellos fue que aprendimos a lucharla a brazo partido y a ponernos de pie con más fuerza luego de cada caída.
Las Mujeres Batalla sabemos de sacrificio, de honor y de fuerza. Sabemos de esfuerzo, de carencias y de muchísimo trabajo. Sabemos de pagar altos precios personales por nuestros sueños, por nuestras metas y por nuestras familias. Y si tenemos un problema de imagen o parecemos lo que no somos, no importa. El reto igual es avanzar tratando además de animar o inspirar a otros a creer en sí mismos tal como cada una de nosotras aprendió a hacerlo.
Las Mujeres Batalla no somos mejores ni más fuertes que nadie, pero sí tenemos la convicción de que no hay otro camino más que el correcto. Es decir, el del esfuerzo y la pasión. Así por lo menos lo entiendo yo.
SUMILLA
A las Mujeres Batalla difícilmente nos escuchan quejarnos de nuestra suerte