
Domingo en la mañana, me despierto sonriendo. Todo me duele pero siento bien. Me viene a la memoria el sábado tan distinto que pasé, haciendo cosas que hace años no hacía. Que hice que me dejó dolorida pero contenta? Limpié, lijé, pinté, barrí, sembré….y no saben lo divertido que fue!
Y por si acaso, no fui yo la única que así se sintió. Éramos más de 800 personas limpiando, lijando, pintando, barriendo, sembrando y sus sonrisas confirmaban que todos lo pasaban igual de bien!
Que fue? Fue una actividad que la organización Caminando Juntos (United Way) organizó hace unos días con voluntarios de 22 empresas para cambiar la cara del Hogar de La Sagrada Familia, en Ventanilla, donde viven más de 720 niños huérfanos. El orden fue impresionante en una actividad con tanta gente. Al llegar, cada empresa tenía indicaciones muy claras de las tareas que debía cumplir: limpiar el terreno, pintar aulas, lijar mesas, arreglar un patio de juegos y ¡hasta hacer una cancha de fútbol! En fin, todo lo necesario para mejorar el hogar de tantos niños.
Al grupo de DBM Perú nos tocó renovar los talleres de cerámica y costura. Interesante compartir con mis compañeros de trabajo en un entorno así. También le fue conocer más a los ejecutivos en proceso de recolocación que invitamos a participar junto con sus familias.
Todos trabajamos moviendo músculos que no ejercitamos ni el en gimnasio –al día siguiente como les cuento, no me podía ni levantar- pero fue mágico ver a este ejército “corporativo” apurado para terminar temprano para dar una sorpresa a los niños de ver su hogar transformado. Hoy siento que lo que hicimos nos ayudó más a nosotros que a los niños. Al final, quienes terminamos recibiendo fuimos nosotros, los que supuestamente fuimos a dar!