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Vamos por la medalla de oro

Publicado en Revista G, el 16/06/2023

Andaba buscando inspiración, algo que me conectara nuevamente con aquello que me

motiva y moviliza, y me encontré con una historia sobre la que escribí hace algún

tiempo. Esa historia que me inspiró mucho cuando recién la escuché por primera vez, y

ahora que le redescubrí su efecto fue exactamente lo mismo.

En una convención internacional en la que participé, uno de los conferencistas

principales contó, durante su presentación, que había sido por muchos años

entrenador del equipo olímpico de esgrima de Estados Unidos, y habló de lo mucho

que había aprendido trabajando en el mundo de los competidores olímpicos (personas

por supuesto muy talentosas, dedicadas y, claro, tremendamente competitivas) de

manera cautivante, compartió el patrón que había podido reconocer en cada uno de

los perfiles de aquellos cuatro competidores que llegan a la final de una olimpiada.

El primero de ellos abriga desde muy niño el sueño de ser competidor olímpico, de

entrar a la ceremonia de inauguración de las Olimpiadas con la bandera de su país

flameando delante de él, de pasear uniformado con los colores patrios escuchando su

himno nacional frente a una multitud de gente vitoreando a sus equipos. Es un gran

deportista, dedicado y muy disciplinado. Trabaja durísimo para cumplir su sueño de ser

olímpico y lo cumple.

El segundo de los que llega a la final se ha propuesto desde muy joven ser medallista

olímpico y estar parado en el podio de honor. Ha entrenado, se ha sacrificado y se ha

esforzado, como lo hacen todos los deportistas destacados, día y noche para ello. Este

es el que cumple su sueño y consigue la medalla de bronce.

El tercero, también extremadamente capaz, valiente, aguerrido y luchador, ha

dedicado su vida a perseguir su sueño: lograr durante las competencias olímpicas dar

su mejor esfuerzo para ganar la medalla de oro. Este deportista es el que consigue

llevar a casa la medalla de plata.

El cuarto, durante años llega a las Olimpiadas tremendamente preparado también.

Conoce todos los secretos de su disciplina, ha entrenado sin descanso por años

enteros. Muy determinado sabe dentro de sí mismo que cumplirá su sueño, aquello

que con firmeza decidió que lograría: ir a las Olimpiadas por la medalla de oro y nada

menos que la de oro. Y es él quien se la lleva.

Son cuatro, quizá todos ellos con prácticamente el mismo talento, similares

condiciones deportivas, años de entrenamiento y experiencia a cuestas. Tienen la

misma disciplina y dedicación. Los cuatro son atletas de clase mundial. La diferencia,

remarcó el expositor, está en lo que cada uno, de antemano, escoge lograr, lo que

cada quien se propone lograr. “Porque, finalmente – nos dijo –, uno alcanza lo que

decidió alcanzar desde el principio, de lo que se atrevió a soñar para sí mismo.

Del mismo modo, esa determinación para soñar, planear y trabajar hacia las metas

personales es lo que hace la gran diferencia en lo que finalmente logramos con nuestra

carrera profesional. Si recordamos que nuestra carrera es nuestra primera y más

importante empresa de servicios que tenemos, es vital decidir de antemano – y lo más

pronto posible -, a dónde queremos ir, qué deseamos hacer con nuestra carrera, con

nuestra vida profesional, dónde planeamos posicionarnos, hasta dónde queremos

llegar.

Nosotros lo vemos a diario también: tienen éxito en sus carreras los que saben lo que

quieren y se preparan para conseguirlo, los que tiene claro a dónde van y hacen

planes, se preparan y trabajan duro y mucho para llegar. Y, con flexibilidad, pero gran

determinación, saben que la responsabilidad de su éxito está, en gran parte, en

función a sus valores, desempeño, productividad, coraje, disciplina, reputación y marca

personal. Y, sobre todo, de la pasión sin desmayo que ponen para cumplir sus sueños y

aspiraciones.