¿Qué es lo más difícil de liderar?

Todos admiramos a quienes son líderes sólidos, íntegros e inspiradores y líderes así existen en distintos ámbitos de la vida. Yo los he encontrado entre padres y madres de familia, deportistas, estudiantes, empresarios, profesionales de todo tipo y trabajadores en general. Para reflexionar sobre mi propio estilo de liderazgo y compartir aquí algunas de sus respuestas, a algunos de esos lideres inspiradores que conozco les pregunté: ¿Qué es lo más difícil de liderar? 

  • Recordar que uno es líder no porque sea el más inteligente o el que más sabe, sino porque es capaz de elegir a los que son más inteligentes y a los que saben más que él o ella.
  • Movilizar a los equipos con persuasión y argumentación que los convenza para  seguir el camino hacia la visión establecida; que no nos sigan por el poder que tenemos sino por la convicción que les generamos.
  • Comunicar muy claramente – y con frecuencia – la visión del futuro deseado y los beneficios que se quieren lograr para así involucrando al equipo y hacerlos partícipes de los cambios que siempre suceden.
  • Escuchar y atender las sugerencias o dudas de cada miembro del equipo, respetando sus opiniones y valorándolas con seriedad.
  • Saber “cuándo retirarse”, cuándo es el momento dar un paso al costado para ceder el liderazgo y además hacerlo de forma responsable y generosa. 
  • Gestionar nuestro ego y anteponer el interés general al nuestro, lo que no es en absoluto tarea sencilla.
  • Atinar en el momento propicio para ejercer nuestro papel de líderes y en la forma óptima de hacerlo.
  • Mantener un tono positivo para transmitir tranquilidad y optimismo a pesar de que la familia, la organización, el sector o el país estén atravesando por una situación compleja. 
  • Delegar y dejar trabajar al equipo. Darles espacio y confiar en que harán bien el trabajo por si solos y de manera autónoma.
  • Ser abiertos, transparentes y auténticos, mostrando nuestra vulnerabilidad sin temor. Las personas se identifican más con nuestras vulnerabilidades que con nuestras fortalezas.
  • Establecer con claridad el propósito, la visión, la dirección y las metas. Aterrizar los principios guía y valores que nos permitirán alcanzarlas para que sirvan además para guiar las conductas y comportamientos esperados y/o los no aceptados.
  • Ser muy coherente entre lo que decimos o prometemos y lo que realmente hacemos. Es la única manera de generar credibilidad con las personas y ganar su confianza.
  • Dar retroalimentación frecuente y constructiva, ofreciendo reconocimiento y valoración con generosidad. Eso empodera a las personas a que tomen acción para seguir creciendo.
  • Conocer bien a nuestra gente, interesarnos por cada uno de ellos genuinamente y dedicarles tiempo, energía y cariño. Ser su coach, apostando por su autoconfianza, crecimiento y desarrollo.

Liderar nunca es fácil, sencillo o cómodo, – más bien es desafiante -, pero nada inspira más a los demás que la fuerza de nuestra convicción, nuestro ejemplo de trabajo comprometido e integro y la pasión que le ponemos al cumplimiento del propósito en beneficio de muchos. De eso doy fe.

Ines Temple

Presidente de LHH DBM Perú y LHH Chile